
Este Escupitario, tiene la intención de re-crear la historia de los «marginados de los marginados». Por estas páginas que el lector tiene en sus manos desfilan los personajes más característicos de un Iquique que ya no existe, y del que sólo quedan los recuerdos y una que otra nostalgia. Es el Iquique de los años sesenta, en la que nos sabíamos la vida de los cerca de 45 mil habitantes que en ese entonces había. El Iquique de las siestas largas y de las ventanas abiertas y sin barrotes. El Iquique de la chaya y del Cine Nacional y Coliseo. El Iquique con veredas de maderas y niños con hilo y migas de pan pescando baratas en las alcantarillas. El Iquique con su balneario como El Colorado y baños como La Serena y el Bellavista, con su boite como el Ludimar, su salón de fotografía como Fotos Ruben’s, Argos y Guzmán. El Iquique de los helados Gaymer, de Mono Panchito, de la Tienda La Yolanda y del Garden Ring. El Iquique del Tani y Arturo Godoy, del Mono Sola y de Teodoro Peirano, en fin, de aquel Iquique del vals que hizo Gilberto Rojas y que Lucho Barrios canta como si fuera iquiqueño.