Los textos de la poeta Fuentelzar desarrollan un lenguaje atrevido que no teme rayar límites. Este se desarrolla en espacios marginales, con gente que deambula extraviada, a través de su propia realidad. Desde allí observamos lugares comunes como símbolo de la constante vulnerabilidad a la que se expone el sujeto; pero al mismo tiempo mantiene una búsqueda permanente dentro de paisajes que lo ignoran. En este sentido la ciudad cobra valor porque se inmiscuye en sí misma y deja de lado las conjeturas, el hombre insiste en navegar sosteniendo múltiples espejos.

Claudia Vila Molina

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