
El baile Chino es una expresión de la sociedad nacional que se desplaza hacia el norte grande para consolidar su soberanía. Las dos banderas chilenas que parecen escoltar a la Virgen es lo que mejor expresa ese deseo. Pero, y este es un dato importante también, en su estandarte se puede observar la huella andina que parece sustentar a toda esta peregrinación. Estos dos componentes hay que verlos como parte de un mismo proceso, el anverso y reverso de una ideantidad que a veces es nacional, y en otra es andina. Y en las dos parece no hacer contradicción. El análisis del emblema nacional debe ser complementada además con la lectura de su estandarte.
La sociedad chilena, ad portas al Bicentenario de la República, ha puesto en ciertos imaginarios nacionales la idea de la celebración de los doscientos años de la independencia. El norte grande de Chile, juega en esta celebración un doble rol. Y por lo mismo paradójico. Por una parte, nuestra memoria fundacional se remonta a la Guerra del Pacífico. Por otra, se hacen intentos por encadenarse a las celebraciones nacionalistas.
La fiesta de La Tirana y de San Lorenzo en Iquique, Las Peñas en Arica y Ayquina en Calama, operan como un recordatorio de una herencia andina en común, una memoria histórica y mitológica compartida, a pesar de la instauración de las fronteras como consecuencia del conflicto bélico de 1879.