En estos poemas uno se encuentra con las mejores virtudes de Oscar Hahn: la mayor concreción reverbera como un emblema: la vivacidad del diálogo erótico se trama en la soledad muda del mundo, cuyas cosas son un alfabeto alucinatorio, un rastro del significado huido; la presencia lleva la íntima herida de su precariedad, atrapada por una ausencia que la borra. Y, sobre todo, prevalece aquí la viva voz (inquietada por sus hallazgos y protestas, por sus alegrías y terrores) de un poeta tan verdadero al hablar como al callar.

SELLO EDITORIAL: LOM Ediciones,