
Las regiones de Oruro y Tarapcá son territorialmente contiguas, lo que pudo haberse expresado en una competencia e incluso rivalidad, considerando, además los históricos conflictos diplomáticos y fronterizos entre Bolivia y Chile. Sin embargo, Oruro siempre ha estado en el imaginario tarapaqueño, especialmente en el iquiqueñom como una oportunidad de desarrollo, donde la integración física a través de una carretera (y antes por medio de un ferrocarril) habría sido la palanca necesaria para darle curso a esa oportunidad. Por su parte, en el imaginario orureño, el comercio con el litoral tarapaqueño siempre ha sido un imperativo, sustentado además por una antigua tradición andina de circulación hacia el poniente.
Las caravanas de la amistad de 1958 fueron posiblemente la mayor expresión de ese deseo de integración entre ambas regiones transfronterizas, donde las comunidades quisieron y se atrevieron a cruzar esa barrera natural que es la cordillera de los Antes para alcanzar el objetivo soñador: para orureños el comercio con el litoral y para los iquiqueños la minería y la agricultura andinas. Fueron, primero, los bolivianos quienes abrieron la ruta para llegar un simbólico 21 de mayo a Iquique; después los Iquiqueños que en pleno invierno cruzaron los Antes para estar en el no menos simbólico 6 de agosto en Oruro. Unos y otros, como Sísifo, subieron la montaña pensando en un porvenir más auspicioso para sus respectivos pueblos, pero como el antiguo mito esa meta que esta en sus respectivos imaginarios, desd emediados del siglo XIX, nunca era lograda, como si fuera una condena de un eterno retorno.