Patricio Rivera Olguín,hijo de tiznado, ajusta buena parte de la historia de los ferroviarios, al subirse al carro. Armado de cuaderno y lápiz, interroga a palanqueros, fogoneros, caldereros, entre otros, para modelar la biografía colectiva de este proletariado que contribuyó a la modernidad de esta ciudad que encontró en la explotación del salitre un rostro multicultural.
La modernidad tiene dos caras en el norte grande, la del ferrocarril y la de los deportes. El autor, hijo de tiznado, recorre los recuerdos como quien traza una línea entre la estación El Colorado hasta Gallinazo, con las decenas de animitas olvidades por sus deudos.
Los ferroviarios, ese gentilicio, que celebró los años nuevos en la cancha de Iquitados, que pintaba sus casas con los colores del plomo y verde nilo, adquieren en este libro la fuerza y temple del acero hecho ruedas con las que los vagones se tragaban el desierto.

SELLO EDITORIAL: Edición Propia,